El odio lo
consumió.
El amor me destrozó.
Esa noche cambió
nuestras vidas a ambos, convirtiendo nuestro comienzo en algo tóxico. Juntos
éramos veneno y no había antídoto.
Nuestra historia
comenzó como terminó cualquier otro cuento de hadas.
Con una hermosa
boda.
Un beso.
Dos anillos.
Tres votos.
Killian Spencer
se convirtió en mi esposo legalmente y yo en su obediente esposa.
Pero no era un
príncipe azul. No vino a salvarme... y juró que no habría felices para siempre.
¿Y yo?
Al igual que las
historias que leía de niña, siempre pensé que sería la princesa de mi cuento de
hadas.
Bueno, yo era la
villana de nuestra historia de amor.
"Hasta que
la muerte nos separe..."
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