Apenas
lo conocía. Pensé que era la cama de su hermana, su habitación. Me llevo
segundos darme cuenta de mi error, y debería haberme ido...
No
me fui.
No
salté fuera.
No
me avergoncé.
Me
relaje.
Y
aquella noche, en aquel momento, era lo único que anhelaba.
Pedí
quedarme. Él me dejo, y dormí.
¿La
verdad? No quería abandonar su cama nunca. Si hubiera podido quedarme para
siempre lo habría hecho.
Él
se convirtió en mi santuario.
Porque-
cuatro horas antes- mi hermana gemela se suicidó.
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