1. Después de
medianoche
En
la exclusiva isla de Seabrook, Carolina del Sur, Nicole Seymour era simplemente
Nikki... y no la mujer sofisticada y profesional que era en Charleston. Y
fueron precisamente su inocencia y sus alegres ojos verdes los que atrajeron la
atención de Kane Lombard nada más verla en la playa.
Aunque
parecía tan informal y despreocupado como cualquier otro turista, Nikki sabía
perfectamente quién era Kane en realidad: un acaudalado empresario de Houston...
y el mayor rival político de su hermano. Pero cuando él descubrió la verdadera
identidad de Nikki, su deseo se transformó automáticamente en desconfianza.
Ambos se sentían irremediablemente atraídos el uno hacia el otro con una fuerza
que iba a poner a prueba su lealtad y sus deseos. Pero hasta los más enconados
enemigos a veces se convertían en amantes... después de medianoche.
2. Antes del amanecer
Jeremiah
Cortez creía haber dejado atrás el pasado. Sobre todo, la parte de su pasado
que tenía que ver con la atractiva Phoebe Keller. Durante su último año en la
universidad, Phoebe había sido para él como un bálsamo, y ahora, tres años
después, al reencontrarse con ella, sus deseos se encendieron de nuevo. Pero
Jeremiah se iba a ver obligado a dejar a un lado sus emociones: tenía lazos que
no podía romper, por más que ansiara hacer suya a aquella mujer vivaz y
decidida. Phoebe creía enterrados sus sentimientos hacia Cortez tan
profundamente como las piezas arqueológicas que estudiaba en su museo. Ella era
experta en cultura nativa americana, y cuando un antropólogo le aseguró haber
descubierto un esqueleto de Neandertal en una reserva india cercana, sintió una
gran desconfianza. Pero antes de que consiguiera llegar al fondo de la
cuestión, el antropólogo apareció muerto en una cueva y el FBI envió a Cortez a
investigar. En cuanto Cortez se presentó en el despacho de Phoebe, el rescoldo
de la pasión que en su día ardió entre ellos se encendió de nuevo. Phoebe no
lograba olvidar el dolor que él le había causado, pero tampoco podía ignorar
los apremiantes deseos que Cortez despertaba en ella con la más leve caricia.