1. The Law of Moses
Si te
digo de frente, justo en el inicio que lo perdí, será mucho más fácil para ti
de soportar. Sabrás lo que viene, y dolerá. Pero serás capaz de prepararte.
Alguien
lo encontró en una cesta de lavandería en el Quick Wash, envuelto en una
toalla, unas cuantas horas de nacido y cerca de la muerte. Lo llamaron el Bebé
Moses cuando compartieron la historia en las noticias de las diez, el pequeño
bebé abandonado en una cesta en una sucia lavandería, nacido de una adicta al
crack y esperado que tuviera toda clase de problemas. Imaginé al bebé crack,
Moses, teniendo una grieta gigante que pasaba por su cuerpo, como si hubiera
sido roto al nacer. Sabía que eso no era lo que el término significaba, pero la
imagen se quedó en mi mente. A lo mejor el hecho de que estaba roto me atrajo a
él desde el principio.
Todo
pasó antes de que naciera, y para el momento que conocí a Moses y mi mamá me
dijo sobre él, la historia era noticia vieja y nadie quería nada que ver con
él. La gente ama a los bebés, incluso a los bebés enfermos. Inclusive bebés
crack. Pero los bebés crecen para ser niños, y los niños crecen para ser
adolescentes. Nadie quiere a un adolescente echado a perder.
Y Moses
estaba echado a perder. Moses era una ley hacia sí mismo. Pero también era
extraño, exótico y hermoso. El estar con él cambiaría mi vida en formas que
nunca pude imaginar. A lo mejor debí haberme mantenido alejada. A lo mejor debí
haber escuchado. Mi madre me advirtió. Incluso Moses me advirtió. Pero no me
mantuve alejada.
Y así
comienza una historia de dolor y promesa, de un corazón roto y sanación, de la
vida y la muerte. Una historia del antes y después, de nuevos comienzos, y de
infinitos. Pero sobre todo…una historia de amor.
2. The Song of David
Dijo que era como una
canción. Su canción favorita. Una canción no es algo que puedas ver. Es algo
que sientes, algo con lo que te mueves, algo que desaparece después de que la
última nota suena.
Gané mi primera batalla
cuando tenía once años de edad y he estado tirando golpes desde entonces. El
pelear es la cosa más pura, verdadera y elemental que hay. Algunas personas
describen el cielo como un mar interminable de blanco. Donde se cantan coros y
tus amados esperan. Pero para mí, el cielo era algo más. Sonaba como la campana
al inicio de un round, sabia como adrenalina, quemaba como sudor en mis ojos y
fuego en mi estomago. Lucia como el borrón de las multitudes gritando y un
oponente que quería mi sangre.
Para mí, el cielo era el
octágono.
Hasta que conocí a Millie,
y el cielo se convirtió en algo diferente. Yo me convertí en algo diferente.
Supe que la amaba cuando la vi pararse completamente quieta en el medio de una
habitación llena de gente, gente moviéndose, animada, deslizándose a su alrededor,
su recta posición de bailarina inflexible, su barbilla alta, sus manos sueltas
a sus costados. Nadie pareció verla, a excepción de los pocos que pasaban
apretadamente a su lado, lanzando exasperadas miradas a su cara seria. Cuando
se dieron cuenta que no era normal, huyeron. ¿Por qué nadie la vio, y aun así
fue la primera cosa que vi?
Si el cielo era el
octágono, entonces ella era mi ángel en el centro de todo, la chica con el
poder de derrotarme y levantarme de nuevo. La chica por la que quería pelear,
la chica que quería reclamar. La chica que me enseñó que a veces los grandes
héroes no son reconocidos y que las batallas más importantes son las que no
creemos que podemos ganar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No se envian libros ni tampoco se saben las fechas de publicación.