Completamente
desnuda, excepto un brillante lazo rojo que se envolvía alrededor de su delgado
centro.
En el momento en
que la vi... La quise. Cada centímetro de su cuerpo y cada rincón oscuro de su
mente.
Lo quería todo.
La anhelaba como
una droga y una que nunca planeaba dejar.
Me tenía miedo,
no es de extrañar teniendo en cuenta mi reputación.
Grandes y gordas
lágrimas rodaban por su hermosa cara, y todo su cuerpo temblaba como una hoja.
Ella no sabía
entonces que yo nunca le haría daño.
Que aplastaría a
cualquiera que le causara daño.
Ella era mía
entonces... mía para apreciarla, mía para protegerla, mía para amarla.
Y un regalo al
que nunca pensaba renunciar.
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