1. Medicine Man
Willow Taylor
vive en un castillo con grandes paredes y vallas de hierro. Pero este no es un
castillo ordinario. Se llama Hospital Psiquiátrico Heartstone y atiende a otros
cuarenta pacientes. Tiene enfermeras con caras malas y técnicos con cejos
fruncidos permanentes. Tiene un hombre también. Un hombre que es frío y
distante. Cuya voz derrama autoridad. Y cuyos perforadores ojos grises ocultan
secretos, y tal vez permanecen en su rostro por un segundo demasiado largo.
Willow no se
supone que mire profundo a esos ojos. No se supone que ella intente leer sus
emociones apretadamente atadas. Y tampoco supone que ella se toque en la noche,
imaginando su poderosa voz y ese frío, pero hermoso rostro. No, Willow Taylor
no debería estar atraída a Simon Blackwood para nada. Porque ella es una
paciente, y él es su doctor. Su psiquiatra. El hombre medicina.
2. Dreams Of 18
Bueno, para ser
justos, se lo merece. En su decimoctavo cumpleaños, se emborrachó y se lanzó
sobre él, causando un gran escándalo en su somnolienta ciudad suburbana.
Ahora todo el
mundo piensa que ella es una zorra y él ha desaparecido. Se rumora que ha
estado viviendo en las montañas de Colorado, solo y aislado.
Pero Violet va a
hacer lo correcto.
Ella lo va a
encontrar y lo va a traer de vuelta.
No importa lo
cruel y malo que sea, o lo mucho que la lastime con sus maneras frías y
abrasivas, ella no se dará por vencida.
Y tampoco
pensará en sus tentadores labios, sus esculpidos músculos o sus fuertes manos.
Las manos que quiere en su cuerpo, tocándola, sintiendo su piel…
Las manos que le
hacen querer olvidar todo y besar a Graham Edwards –el Sr. Edwards, en
realidad– de nuevo.
Porque no vas
por ahí besando al padre de tu mejor amigo, ¿verdad? Aunque es lo único con lo
que sueñas.
3. California Dreamin’
Todos piensan
que Dean Collins es demasiado viejo para Fallon Blackwood. Sus padres, sus amigos,
incluso el mismo Dean.
De hecho, él
quiere que salga con chicos de su edad. Pero a Fallon no le importa eso.
Lo único que a
ella le importa es que no puede quitarle los ojos de encima a Dean, su vecino,
su mejor amigo, el tipo que le enseñó a andar en bicicleta y a trepar a los
árboles.
Lo único que le
importa es que a veces Dean tampoco puede quitarle los ojos de encima. Y que a
veces la mira como si quisiera besarla.
Así que no
importa que él tenga treinta y dos años y ella dieciocho.
Todo lo que
importa es que se pertenecen el uno al otro, y ella necesita convencerlo de
eso.
Lo bueno es que
van a hacer un viaje por carretera juntos, ¿verdad?
De California a
Nueva York; cuatro mil ochocientos kilómetros y una historia de amor cocinándose...
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