Cuando Kash fue
liberado de prisión, intenté estar enfadada con el sistema. Intenté recordarme
a mí misma que el hecho de que él fuera libre no significaba que fuera
inocente. Sin embargo, por encima de todo, intentaba no mirarle porque, si lo
hacía, estaba segura de que vería la verdad apostada en sus ojos.
Así que intenté
no mirar.
Intenté no
verle.
Pero lo vi.
Y también lo
hizo mi corazón.
Lo que vi era
dolor, sufrimiento, rabia, inocencia. No podía simplemente alejarme de eso.
Quizás debería haberlo hecho, porque cuando vi a Kash, todo el pueblo me vio.
Y en un sitio
tan pequeño como Praire, los rumores corren como la pólvora.
En algún
momento, pensé que, si tenía el amor de Kash, entonces lo tendría todo.
Pero ahora estoy
empezando a darme cuenta de que el amor de Kash bien podría ser lo que me
arruine.
Pero aquí está
él, en mi puerta, ofreciéndome la verdad.
Y aquí estoy yo,
incapaz de entender por qué sus verdades se sienten tanto como martillazos en
mi corazón.
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